No puedes esperar que tu vida sea como la de una película, sin
embargo todos en algún momento de nuestras vidas esperamos tener un momento de película, un
pequeño lapso de tiempo que nos deje sin aliento y nos robe el corazón, un
suceso impactante que nos marque para
siempre.
Paulina tiene 17 años, hace unas semanas me escribió un
correo pidiéndome que la ayudara a contar su historia, puesto que ella no encontraba las palabras pare
describirle a él como se sentía respecto a lo que había pasado entre ellos,
ella no tena idea de lo que sucedía entre los dos cuando me escribo,
ella solo necesitaba que la escucharan y eso hice solo la escuche.
Gracias por contarme
tu historia y espero al leer estas palabras,
revivas una vez más aquello que te trajo tanta felicidad y déjame decirte que lamento tu perdida, pero
que lo perdido siempre es encontrado.
TARDE O TEMPRANO.
La luna de ese día era simplemente indiferente las nubes se entrometían
en su camino tratando de ocultarla como si por alguna razón estuviera en
peligro, la noche había sido simplemente perfecta de película así lo describirá
ella para la posteridad, una película en
una función privada solo para ellos dos, una cena nada elegante pero demasiado romántica para
ser real y ahora para finaliza un momento íntimo y privado que ambos podrían
disfrutar.
Estaban sentados en
la vereda del rio justo en el punto donde el agua no podía tocarlos pero donde
la arena tampoco se sentía muy real que digamos.
Sus carcajadas podrían
haberse oído kilometro a la redonda si no fuera porque realmente no había quien los escuchara.
Sus palabras eran
toscas y muy torpes, su voz era
desafinada, pero sus ideas eran demasiado
claras, ella siempre lo había visto como alguien inalcanzable, una especie de
genio que nunca notaria su existencia, sin
embargo estaba ahí, juntos sentado uno al lado del otro, mirándose fijamente y
esperando lo inevitable.
Las risas cesaron
sustituidas por miradas tímidas y picarescas acompañadas de sonrisas
demasiado obvias, una pequeña risa se escapó de sus labios un pequeño gemido
que desato una sonrisa inmensa en los labios de él.
Su mirada se dirigió hacia
la luna simplemente observando fijamente
, el la siguió y ahí estaban los dos en silencio mirando fijamente a la
luna y las estrellas preguntándose en su cabeza cosas
que jamás contarían ,podías
escuchar el silencio por más absurdo que parezca pues ese silencio podía sentirse más que el viento esa noche, podía escucharse más que
diez canciones juntas, ese silencio no era la ausencia del sonido ese silencio
era la ausencia de los miedos la ausencia de las dudas, ese silencio eran ellos
dos siendo uno mismo .
El silencio
encantador se rompí con el crujir de
una hoja partiéndose en varios pedazos, él se había acercado más a ella y en su camino había cobrado la vida de una hoja que
simplemente ya estaba agonizante , ella podía
sentir su calor, podía incluso jurar que podía sentir su piel temblar con el rose de la fría brisa de invierno, fue entonces cuando
se miraron, solo entonces cuando sus ojos
vieron más allá que el pigmento
de la pupila más allá de la el tamaño o
la forma de sus ojos, fue solo
cuando ambos pudieron comunicarse sin
siquiera hablar que sus labios se tocaron suavemente jugando una con otro, mordiéndose ligeramente sus
labios, peor más que nada diciéndose cuanto habían esperado por este momento.
Minutos después sus
labios se separaron y ella no podía dejar de sonreír, simplemente su corazón quería
salirse de su pecho, palpitaba tan rápidamente
y de una manera tan frenética que ella pensó que en algún momento se detendría
y no volvería latir jamás.
Ella lo abrazo con
todas sus fuerzas y pudo escuchar como
su corazón latía igual de acelerado
que el de ella igual de
desesperado por retenerla a su lado.
Esa noche la pasaron juntos envuelto en el más profundo amor
que ella jurara por la eternidad que llego a sentir, undidos en la pasión y el
deseo en el deseo de estar juntos de jamás
perderse.
Fue al día siguiente
cuando el desapareció, cuando borro cada rastro que pudo haberla llevado hasta el,
fue solo cuando el olvido, cuando el huyó sin decir si quiera adiós que ella se
dio cuenta que en efecto esa noche su corazón
había dejado de latir.
Para ella fue una
noche inolvidable una historia que contar, un amor que recordar,
lamentablemente lectores, es mi deber informarles que no todas las películas
terminan en final feliz, para ella lo fue todo peor para él fue una noche más
insignificante y fácil de olvidar,
Romeo no sé cuál es tu punto de vista de esta historia, pero debo decirte que a
Paulina definitivamente le robaste el corazón esa noche y no solo eso le
robaste cada parte de su ser que creía en los finales felices.