viernes, 3 de julio de 2015

Frío.

Su mano me detuvo antes de irme, el frió de su piel recorrió mi cuerpo como un escalofrió, cada centímetro de mi cuerpo tembló, el me hacía temblar, el alteraba cada uno de mis sentidos, su frio congelaba la pizca de razón que quedaba dentro de mí, su pecado sucumbía a los más bajos de mis instintos, los cuales brotaban cada que su mirada se postraba  en mí, me miraba con deseo, con ira de una forma tan perversa que resultaba irresistible para mí.


Sabes que perteneces a este lugar – dijo con voz firme mientras me sujetaba, y de alguna forma yo lo sabía, de alguna forma era consiente que anhelaba este frió, que anhelaba sentirme perdida, que anhelaba lo prohibido, porque dentro de mí  lo prohibido era el verdad el anhelo de mi alma, sabía lo que era ,era un monstruo que se consumía poco a poco en la mentira que vivía, y entonces, me quede porque simplemente la perdición, el deseo y lo prohibido  eran mi lugar justo a donde pertenecía.

Y entonces sentí de nuevo su piel con la mía, ardiendo en un frió que irónicamente me consumía como nada lo había hecho  antes,  simplemente  sentía que dentro de mí algo ardía con más furia que mi piel, o su piel, con más  fuerza que la de guerreros  ante una batalla y  fue ahí donde  supe que sería irreversible, fue entonces cuando  todo lo que había reprimido por tanto tiempo, con escusas y  temores ahora estaba  siendo liberado y él lo sabía, lo supo cuando mi piel ardía aún más que la de él, cuando mi fuego empezó a consumirlo de una manera que a él le hacía alucinar , cuando mis sentidos se adormecieron y  , la lujuria escapaba por cada poro de mi piel y cumplía cada deseo perverso que se ocultaba en mi .



No hay comentarios.:

Publicar un comentario