Frío.
Su mano me detuvo antes de irme, el frió de su piel recorrió
mi cuerpo como un escalofrió, cada centímetro de mi cuerpo tembló, el me hacía
temblar, el alteraba cada uno de mis sentidos, su frio congelaba la pizca de razón
que quedaba dentro de mí, su pecado sucumbía a los más bajos de mis instintos,
los cuales brotaban cada que su mirada se postraba en mí, me miraba con deseo, con ira de una
forma tan perversa que resultaba irresistible para mí.
Sabes que perteneces a este lugar – dijo con voz firme mientras me sujetaba, y
de alguna forma yo lo sabía, de alguna forma era consiente que anhelaba este frió,
que anhelaba sentirme perdida, que anhelaba lo prohibido, porque dentro de mí lo prohibido era el verdad el anhelo de mi alma,
sabía lo que era ,era un monstruo que se consumía poco a poco en la mentira que
vivía, y entonces, me quede porque simplemente la perdición, el deseo y lo
prohibido eran mi lugar justo a donde pertenecía.
Y entonces sentí de nuevo su piel con la mía, ardiendo en un
frió que irónicamente me consumía como nada lo había hecho antes,
simplemente sentía que dentro de mí
algo ardía con más furia que mi piel, o su piel, con más fuerza que la de guerreros ante una batalla y fue ahí donde supe que sería irreversible, fue entonces
cuando todo lo que había reprimido por tanto
tiempo, con escusas y temores ahora
estaba siendo liberado y él lo sabía, lo
supo cuando mi piel ardía aún más que la de él, cuando mi fuego empezó a
consumirlo de una manera que a él le hacía alucinar , cuando mis sentidos se adormecieron
y , la lujuria escapaba por cada poro de
mi piel y cumplía cada deseo perverso que se ocultaba en mi .
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