viernes, 13 de febrero de 2015

Portadora de Demonios

Tengo tantas ganas de escapar, tantas ganas de gritar, de correr por un pasillo vacío mientras mis ojos sangran, y el piso se torna rojo.

Tengo tantas ganas de arrancar uno por uno los miedos de mi  corazón, tengo tantas ganas de dejar de respirar, sentir la necesidad, la necesidad de algo que sí puedo tener, de algo que en verdad es real,  dentro de mi crecen las ganas inmensas de tirar de su cabello y complacerlo en cada uno de sus deseos, de arrebatarle los  labios a mordidas y escucharlo gemir como si no hubiera mañana, tengo dentro de mi estos demonios que se niegan a  desertar, es constantemente el recuerdo del daño que este mundo le ha hecho a mi cuerpo,  a mi vida, a mi ser…
Mi alma esta manchada con tanto sufrimiento, se siente perdida entre tantos caminos, estoy desahuciada, no existe cura para esta enfermedad, las voces dentro de mi cabeza han vuelto a gritar, más fuerte que antes más malignas y menos piadosas, dentro de mí un monstruo está creciendo, dentro de mi algo ha muerto.
Cojo un cuchillo en mis manos, el brillo del metal me deja sin palabras, no puedo evitar sentirme cautivada, es excitante de cierta manera como algo tan letal es tan  hermoso a la vez, con el filo del cuchillo sobre mi mano aplico presión y puedo ver como la sangre  brota de mí, el rojo nunca ha sido mi color, el rojo siempre será su color. Y entonces mientras camino el piso se tiñe de rojo en cada paso que doy y mi cordura se va esfumando como si de  neblina se tratara ahora veo más claro que nunca, lo veo a él recostado en mi cama y sé que es lo que debo de hacer, sé que es lo que necesito hacer, mi cuerpo lo anhela demasiado y con locura, y mis demonios exigen su sangre sobre mí.
Lo apuñalo una y otra vez, con tal locura que resulta excitante, con tanta fuerza que resulta agotador, con tanta furia que  algo de mí se desprende, me dejo ir, me pierdo en el rojo de la sangre que brota de su cuerpo, me dejo cautiva por cada uno de sus  suplicas y sus lamentos, y por una vez mis voces, las voces de mi cabeza se callan, y entonces el silencio me atormenta, me culpa y me enjuicia me  condena a ser siempre solo una portadora de demonios.
 

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